Un día como hoy 23 de
Junio pero del año 1911 a finales del siglo XIX muere el pintor alemán Heinrich
Hofmann quien fuera el autor de la obra “La Imagen del Señor”.
A continuación me
permito compartir con ustedes un extracto de la conferencia La Simiente no
Hereda con la Paja predicado el 19 de Febrero de 1965 donde el Reverendo William
Branham hace alusión a esta obra .
..."Y mientras estaba
acostado en el porche, fui despertado repentinamente, y una carga vino sobre mi
corazón por mi padre. Como, muchos de Uds. aquí de la ciudad conocieron a mi
padre. Yo creo que él era un gran hombre, aunque era un pecador. Y, pero él tenía
un mal hábito, lo cual yo traté de combatir contra esa cosa tan fuerte como
pude, a través de la edad, eso es la bebida. Y aquella noche él estaba
bebiendo. Y yo me levanté con una gran carga sobre mi corazón por él. Y sólo
con mi pijama puesta, me puse los pantalones, con mi camisa de pijama todavía
puesta; caminé a través de ese campo de retama, más o menos hasta donde está
esto aquí ahora; y me arrodillé para orar por mi padre.
Y mientras oraba y le pedía a Dios que le salvara y que no
lo—lo dejara morir como pecador, y que yo lo amaba; y mientras estaba en
oración, me levanté para mirar hacia el este, desde aquí, y vino una visión. Y
parado justamente arriba de mí (muchos de Uds. saben de la visión), estaba el
Señor Jesús.
Ahora, yo no soy alérgico a ilusiones, hasta donde sé. Pero
las visiones son reales. Y allí estaba parado el Señor Jesús, la primera vez
que yo le había visto a Él en una visión de esa clase. Él estaba como, oh,
probablemente a diez pies sobre mi cabeza, parado en medio del aire, con un pie
como dando un paso. Él tenía puesto una vestidura blanca, con una franja
alrededor del lado. Tenía pelo hasta Sus hombros. Parecía ser como, un Hombre
como la Biblia dijo que era, como de treinta. Pero un Individuo pequeño, de
constitución delgada, muy pequeño, parecía como si no pesaría más de ciento
treinta libras.
Yo miré y pensé que había algo, de que yo pudiera estar
equivocado. Así que yo—yo froté mis ojos y—y miré hacia arriba de nuevo. Y Él
estaba parado como de lado, como un perfil de Su rostro. Y la apariencia de Su
cara, la cual siempre he visto en visiones, ha sido como el rostro de Cristo
por Hoffman a los treinta. Esa es la razón que
yo tengo eso en mi casa, en mi literatura, donde quiera que pueda ponerlo,
porque así era como parecía, más o menos así. Solamente que Él parecía ser
pequeño.
Y mientras yo lo miraba a Él, pensé: “Seguramente no estoy
viendo a Mi Señor parado allí”. Y yo estaba como digamos en esta posición, y
quizás justamente donde esto debajo de donde este púlpito está ahorita. En
alguna parte, era en esta cercanía, entre, con un radio de donde estoy parado,
lo mejor que pude medir, entre cuarenta a cincuenta yardas por este distrito
aquí, este círculo.
Yo miré hacia arriba y Él estaba parado allí. Me mordí el
dedo, para ver si estaba dormido. Uds. saben cómo uno… Parecía como que eso no
pudiera ser así. Y yo era joven en el Señor en ese entonces, llevaba como seis
meses de estar predicando. Me mordí el dedo. Tomé la retama y la quebré. Y
muchos de Uds. que viven en el campo, saben cómo es ese pequeño palillo, en la
retama. Empecé a masticar eso. Y dije: “Esto—esto no puede ser. Yo estoy
soñando. Allí está mi casa. Allí está mi padre, madre y los niños allí. Allí
está el viejo estanque junto a la casa de ladrillos que antes estaba aquí
abajo, donde yo solía cazar patos, como a doscientas yardas más allá de esto. Y
aquí estoy yo parado en el campo; tiene que ser así”.
Pateé contra el suelo, pisé duro con los pies un poco y
sacudí la cabeza, y—y me froté las manos; miré hacia arriba de nuevo, aparté la
mirada, miré de nuevo, y allí estaba Él, parado allí. El viento empezó a
soplar, y vi la retama moviéndose. Y cuando empezó a soplar, Sus vestiduras se
movieron. Como las ropas colgadas en una cuerda, empezaron a—a moverse. Él
estaba parado allí. Yo lo miré.
Y pensé: “Si tan sólo pudiera mirar Su rostro!”. Y Él estaba
mirando hacia el este, en esta dirección. Él estaba mirando intensamente. Yo me
moví, para dar un paso, para mirar de cerca Su rostro. Y con todo eso no podía
verle muy bien. Él tenía Sus manos frente a Él, un poco escondidas de donde yo
estaba parado.
Volví a moverme. Y aclaré mi garganta, algo así, hice:
“jum”, para ver si podía llamarle la atención. Pero Él nunca se movió.
Entonces pensé: “Quizás lo llamaré. Cuando dije: “Jesús”, Él
volteó Su cabeza. Y cuando Él me miró, solamente extendió Sus brazos. Eso es
todo lo que recuerdo. Pues, hasta casi el amanecer yo estuve tendido en el
campo, por aquí en algún lado donde ahora está este lugar; la camisa de mi
pijama toda mojada con lágrimas, donde yo había estado llorando. Y yo me había
desmayado.
Su rostro tenía características que ningún artista
podría—podría dibujar o pintar. Ellos no podrían hacerlo. Él se veía como un
Hombre, que si Ud. lo mirara, Él desearía llorar con compasión, y respetar con
reverencia; y aún con suficiente poder, que si hablara, eso haría que el mundo
se volcara. Y las características nunca podrían ser captadas por un artista..."
Espero que este texto le sirva de informacion, estudio y crecimiento espiritual, Gracias por visitar mi modesta página.
José Carvajal
(licenciado en Teología)



